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Pilar Bellés Pitarch: Enseñar y aprender, un juego que no acaba nunca... un cuento... una ocasión.

UNA VACA MUY ATREVIDA

UNA VACA MUY ATREVIDA

Los animales siempre son una fuente de inspiración para que los niños pequeños se inventen multitud de historias o hagan cantidad de actividades. Estimulan su fantasía y su imaginación. Después de una visita a una granja-escuela, podríamos inventarnos cuentos como el que sigue. Pondremos los animales que vieron y, si puede ser, el nombre real de la vaca.

 

El papá, la mamá y el niño tenían una granja con pollitos, gallinas, conejos,  cerdos y una vaca, Margarita. La vaca Margarita daba una leche muy rica y era muiy cariñosa. Tanto, que casi nunca le negaban ningún capricho. Un día la vaca le dijo a papá:

-              Quiero ir a comer hierba a la montaña.

-              No tengo tiempo de llevarte, yo tengo trabajo y mamá también. Además,  es peligroso cruzar la carretera -  dijo papá.

-              La puedo llevar yo – dijo el niño.

Al principio el papá no le pareció buena idea. Pero, tanto le  insistieron que les dejó.

-              A las ocho en casa. Cuidado con los coches que pasan.

La vaca y el niño comenzaron a corretear por el prado y, se emocionaron tanto, se sintieron tan felices que ya no podían parar de correr... De pronto, un frenazo..... , un conductor muy enfadado.

-     ¡Qué vergüenza, niños y animales sueltos!... Menos mal que el coche no tiene nada. Tú, ¿estás bien?

-              Yo sí, pero la vaca... – dijo el niño llorando.

-              Ya se apañará. Yo no la he tocado. Se ha caído sola. Será mejor que te vayas a tu casa. Me voy... tengo prisa.

El chiquillo se pasó mucho tiempo llorando, abrazado a su vaca Margarita. Se hizo la hora de volver y tuvo que irse sin ella ya que parecía estar muerta. Llorando, contó lo sucedido a sus padres. Muy tristes decidieron ir a buscarla.

No se habían dado cuenta de que llovía. Con la lluvia, la vaca, que sólo se había desmayado del susto, se había despertado y había vuelto a casa sana y salva.

Todos dejaron de llorar y  se abrazaron a la vaca. Ella formaba parte de la familia. Desde aquel día ni el niño ni la vaca volvieron a cruzar la carretera sin mirar. Ya sabían cuánto peligro había.

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