MAMÁ, ES MAYOR Y NO COGE BIEN LA CUCHARA...
Los niños no aprenden solos a comer usando los cubiertos, el primero de todos es la cuchara y es el que más les cuesta. Hay que repetirles los mismo todos los días durante mucho tiempo... ¿Qué tal si hacemos la tarea más fácil con una historia? Hay que introducir en ella detalles del niño / niña / niños que escuchan , hacer que se sientan protagonistas.... seguro que los niños quieren entrar en ella... cambiar el final... ¡Quién sabe!...
La osa blanca tenía un pequeño osito que era muy cariñoso, muy juguetón y le daba muchos besos a su mamá. Cada día al comerse el yogur, mamá osa tenía que recordarle que cogiera bien la cuchara:
- Coges la cuchara como si fuese una espada, cariño. Mira, se hace así – mamá cogía la cuchara correctamente y se la ponía en la posición correcta. - Sólo se coge con los dos primeros dedos....
- Vale – decía el niño distraído.
- ¿Te acordarás? ¿Mañana lo harás bien?
- Síiiiiii, mamá.
Al día siguiente volvía a ocurrir lo mismo. El niño no lo hacía a propósito pero, cuando se daba cuenta... ya tenía cogida la cuchara como si fuese una espada...
Un domingo el papá oso, la mamá osa y el pequeño osito fueron a comer a un restaurante muy elegante. La mamá no dejaba de pensar espero que hoy coja bien la cuchara, que el niño coja bien la cuchara, por favor... Estaban sentados a la mesa esperando que les sirvieran cuando...
- Mamá, mamá, ¿has visto ése?
- ¿Ése qué? – dijo la mamá sorprendida, el niño había interrumpido sus pensamientos.
- El niño de la otra mesa, mamá. - dijo el pequeño osito mirando al hijo de otra pareja, mucho mayor que él, que estaban comiendo a la mesa de al lado.
- ¿Qué le pasa?
- Que es mayor y... no sabe coger bien la cuchara... la coge como si fuera una espada.
En eso que oyeron a la mamá del niño grande que le decía unas palabras que habían oído antes:
- Mira, cariño, se hace así – la mamá cogía la cuchara correctamente. – Sólo se hace con los dos primeros dedos...
El papá oso y la mamá osa se miraron e instintivamente echaron a reír. El osito no comprendía por qué se reían. El se puso un poco triste pero no dijo nada.
Durante la comida hablaron poco. El que menos habló fue el pequeño oso, estaba demasiado ocupado en coger los cubiertos correctamente, especialmente la cuchara: No quiero hacer el ridículo como el de la mesa de al lado, pensaba.
En casa continuó igual. Casi no hablaba mientras comía, tenía que concentrarse en coger bien la cuchara. Cada día le recordaba a su madre:
- Mira mamá - le mostraba la cuchara cogida correctamente.- Yo sí que sé coger bien la cuchara. Ves mamá.
- Estoy muy orgullosa de ti.
El osito le daba un beso a su mamá y ésta lo abrazaba.
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