EL REGRESO
El día que todo acabó
José regresó a casa,
su mujer e hijos
no estaban,
¿dónde estarían?
Sereno, sin prisa,
fue a la despensa
y había pan
¡menos mal!
Sonrió, se sentó
y esperó,
regresaron y le vieron
allí sentado,
le sonrieron, lloraron
y se abrazaron.
Ese momento
eterno en su memoria,
sirvió para olvidar
aquella barbarie
que ya había acabado.
A partir de entonces
comenzarían, sin nada,
un camino duro
lleno de amor,
dolor y esperanza…
Pilar Bellés
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