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Pilar Bellés Pitarch: Enseñar y aprender, un juego que no acaba nunca... un cuento... una ocasión.

PAPÁ , ¡HAY TARTA DE CHOCOLATE!

PAPÁ , ¡HAY TARTA DE CHOCOLATE!

Eran las vacaciones de Navidad. Papá se pasaba muchas horas conectado al ordenador, no paraba de encontrar información por internet... se le olvidó hacerles caso al niño y a la mamá. La mamá y el niño estaban  aburridos, muy aburridos... quisieron distraerse. Se les ocurrió una idea... el niño gritó:

-   Papá, ¡hay tarta de chocolate!

El papá dejó el ordenador. Fue corriendo a la cocina. Abrió todos los armarios, la nevera, los cajones de la mesa...luego miró a la mamá y al niño y vio que estaban arreglados para salir. Se fueron de paseo.

Al día siguiente:

- Papá, ¡hay tarta!

Papá tardó mucho más en acudir ya que tenía que cerrar un montón de programas que tenía abiertos en Internet. Ya llegó con los zapatos de paseo porque creía que le estaban engañando.  Se fueron de compras.

El tercer día ya no sabían que sorpresa darle a papá. La mamá y el  niño compraron una tarta navideña de chocolate de verdad. Lo llamaron.

-  Papá, ven. Mamá ha comprado una tarta de chocolate....

-  Ahora no -  dijo papá -  Estoy haciendo algo importante. Esta tarde iremos donde queráis. Estoy ocupado... podéis comeros la tarta.... jaaa, jaaa, jaaa....

-  ¿En serio, papá, podemos comérnosla toda?

- En serio - dijo el papá riendo. No se creía ni una palabra.

La mamá y el niño se comieron toda la tarta. El papá, cuando vio los restos se arrepintió mucho de no haberles hecho caso. Pensó otra vez les haré caso a la primera cuando me llamen...

Esta clase de cuentos son útiles para impulsar la colaboración  de ambos padre y madre en la casa y en la educación de los hijos. Estamos en una sociedad cambiante y con muchos estímulos. Estos temas de relaciones familiares debemos tratarlos con mucho tacto y respeto ya que hay muchos tipos de familias y situaciones personales. Antes de contar un cuento de este tipo hay que estar al tanto de estas situaciones personales. Es importante mirar a la cara a los niños cuando les contamos estos cuentos. Si por acabar el cuento se le borrase la sonrisa a un niño, se podría dejar sin acabar o cambiar el final... primero las personas y luego los cuentos.

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