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Pilar Bellés Pitarch: Enseñar y aprender, un juego que no acaba nunca... un cuento... una ocasión.

MAMÁ, ¡HAY NIEBLA!

MAMÁ, ¡HAY NIEBLA!

Las largas horas de una noche de invierno con nuestro pequeño o pequeña a treinta y nueve de fiebre y sin dormir o durmiendo a cabezadas para no saltarnos ninguna medicina y hacerle baños... son más llevaderas con una historia que contarles o jugando a encontrar la lluvia.

 

Aquel día nuestra pequeña fue recogida al salir del colegio como era lo habitual.

-              ¿Cómo te ha ido el día? -  le preguntaba la mamá como siempre.

-              Normal. ¿Por qué hay niebla, mamá?

-              ¿Cómo?

-              Tengo mucho calor y lo veo todo borroso.

 Normalmente la niña comenzaba a hablar y hablar de camino al parque donde se comía el bocadillo y jugaba hasta las seis. La mamá le pasó la mano por la frente de la niña, la tenía hirviendo.

-              Vamos a buscar la lluvia para que alivie tu calor.

-              ¿Dónde?

-              Entre la niebla – dijo la mamá.-  Cierra los ojos. Yo te avisaré cuando haya algún obstáculo...

 Al llegar a casa, le puso el termómetro. Marcaba treinta y nueve y medio. Siguiendo con el juego de caminar con los ojos cerrados salvando obstáculos en busca de la lluvia, la mamá llevó a la niña a la ducha. Aquella lluvia alivió levemente su calor. Luego, la mamá y la nena fueron al centro de salud. Una doctora muy amable le miró la garganta y le dijo que era muy guapa, que le recordaba a su hija... Como tenía las dos anginas en pus, la doctora le recetó antibiótico y dos tipos de calmantes para que le detuviesen la fiebre hasta que el antibiótico hiciese efecto.

La mamá le dio las medicinas enseguida. Hubo que seguir buscando la lluvia cada vez que le volvía el calor.

-              Todo está borroso, mamá. Tengo mucho calor.

-              Entonces, cierra los ojos. Estamos caminando por un campo verde... ¿notas el frescor bajo tus pies? (iba descalza sobre las baldosas).

-              Sí, ya lo noto.

-              Bien, hay que caminar con mucho tiento porque hay mucha niebla y no se ve nada. ¿Ves algo?

-              Nooooo.

-              Hace mucho calor.... ¿lo notas?.... vamos a seguir caminando hasta encontrar la lluvia... para ello hay que salvar algunos obstáculos... levanta el pie. (Así entran en la bañera). Ahora una fina lluvia nos está rociando y alivia nuestro calor....

-              ¡Más lluvia... máaaaaaaaas, por favor!

 Aquella noche hubo que jugar muchas veces a encontrar la lluvia y también a la mañana del día siguiente. Por suerte, por la tarde la fiebre bajó y la niña comenzó a tener apetito... la niebla empezó a desaparecer. Al día siguiente, ya no quedaba ni rastro.  Nuestra pequeña volvió al colegio después de tomarse sus medicinas. Durante toda la mañana lució un sol radiante...

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